Hace una semana escribía sobre como el amor siempre trae consigo dolor...relacionado o no, vi una frase cuestionando ello, así que me puse a pensarlo de nuevo, y sí, estoy segura de que el amor duele, pero es necesario ser más delicada con esa palabra, porque es un dolor de sacrificio, no de sufrimiento. El dolor nacido por el amor, puede tener muchas formas de expresarse, desde los más sencillos detalles hasta las más grandiosas acciones.
La gran diferencia entre el sufrimiento y el sacrificio no se limita a un punto superficial, sino que responde a algo substancial, aunque también se pueden encontrar similitudes que pueden mover a confundirlos. Ambos producen dolor en la persona que los vive, ambos pueden ser vividos en silencio o con grandes aspavientos, ambos dejan marcas en el alma, corazón o cuerpo de quien se entrega a ellos.
La principal diferencia que encuentro en estos dos caminos dolorosos es la forma en la que cambian el corazón de quien los vive. Por una parte, el sacrificio deja tras de sí un rastro hiriente y latente, pero dulce, engrandece el alma y el corazón. Quien por amor se sacrifica se halla tras ese sacrificio dignificado en abundancia, de alguna manera, se hace más humano, más amante. A partir de ese sacrificio el corazón, como todo musculo al entrenarse, se rompe-rasga para hacerse más grande, más sano, más firme.
El sufrimiento, por otro lado, hiere y duele, suele traer consigo cierta degradación en la persona, afectando su dignidad humana. El sufrimiento no deja ese dulce aroma tras de sí, aun cuando pueda aparentar serlo siempre en el alma se puede distinguir las notas agrias de aquello que no es amor de verdad y ni tan siquiera busca serlo. El sufrimiento recubre el corazón con una corteza dura y fría que impide reconocer cuando el amor a toca a la puerta.
Esa es otra de las grandes diferencias, la recompensa del sufrimiento es proteger el corazón a base de murallas y frío para no ser herido de nuevo, mientras que la recompensa del sacrificio es aprender a amar más y mejor.
Claro, aunque a veces notar la diferencia es sencillo, hay muchas otras ocasiones en las que poder diferenciar sacrificio de sufrimiento es bastante difícil, sino imposible, sin claridad de mente y pureza en el alma, que es lo único que nos permite ver lo trascendente.
Yo le temo mucho al sufrimiento y no miento si digo que aún tras años intentando cambiar, todavía quedan muchos muros levantados, pero he descubierto con los años que el sacrificio cura las heridas que el sufrimiento ha ido dejando y que cada llaga profunda, profundísima, que el sacrificio por amor me ha dejado ha derribado muros desde sus cimientos, dejando el corazón en carne viva y permitiendo amar aunque sea un poquitito mejor.
Así que descuida, no le temas más al dolor, espera, disfruta y vive intensamente el amor, con sus sacrificios, sus locuras, sus dulzuras que amar es la mejor - si no la única - razón para vivir y el único medio completamente certero para ser trascendentalmente feliz.
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